Ahora tiene por costumbre fumarse las noches locas más
rápido que los recuerdos bonitos que le vienen a la cabeza cada vez que aparece
él girando la esquina. Jodida dependencia a ahogar los sentimientos en alcohol
cada noche de luna llena y a buscar en un intento fallido su olor en rincones
oscuros y en camas ajenas. Tiene el corazón roto a mordiscos y remendado a
besos entre caricias regaladas algún que otro amanecer. Y amanece en su
sonrisa, que no es poco, porque a día de hoy ha salido a ver el sol las mismas
veces que ella le ha olvidado, ninguna. Sueños que se derrumban entre sus
pestañas y esos preciosos ojos marrón chocolate. Y unas promesas rotas que no
se arreglan ni con el “Te quiero” más sincero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario